Yo solo tengo en la cabeza el concepto de tu ritmo respiratorio... yo solo quiero conocerte.

No soy de las mujeres que creen a ojos cerrados en el destino. No soy una soñadora. Ya no.
No pretendo que después de habernos visto en un maltrecho encuentro accidental, brinques a mis brazos y me digas que soy el amor de tu vida. Tan solo quiero conocerte. No colecciono historias increíbles que contar. No invierto tiempo en descifrar los porqués de tu silencio y no me pregunto cómo llegamos ese día los dos ahí. No me interesa nada de eso. Tan solo quiero conocerte.
No pierdo el sueño pensando en ti. No lleno mis horas vacias construyendo castillos en el aire, habitados por los dos, tomando café por las tardes... con una leve lluvia, de esas que tanto me gustan.
Apenas y soy una chica que estudia y trabaja para dormir tranquila por la noche. No, nada des eso. Tan solo quiero conocerte.
No recuerdo el tono de tu cabello. No me viene a la mente la imagen de tu rostro, ni me aniquila mi olfato trayéndome al instante presente el aroma de tu perfuma, si es que acaso lo usabas aquella tarde.
No; no puedo, pero,sinceramente tampoco quiero acordarme de nada de eso porque podría empezar a perder la cordura.
Yo solo tengo en la cabeza el concepto de tu ritmo respiratorio. Eso es lo que mis sentidos decidieron conservar de aquel fugaz instante. Aunque usando un poco la cabeza, resulta poco práctico plasmar en mi memoria la viva imagen de un hombre que me robó la calma nomas de oirlo respirar.
!No señor! ya no soy tan romántica algún tiempo atrás ese detalle me hubiese hecho olvidar todo... incluso ahora lo hace un poco, pero me obligo a regresar a la realidad. Mas ahora, no está en mis planes futuros, ni inmediatos, ni remotos, el volverme loca por alguien a quien solo vi por escasos minutos. Si bien, al final del dia, yo solo quiero conocerte.
Conocerte es vernos en algún sitio sin invertir minutos importantes de nuestras agendas. Algún instante perdido en las ocupaciones de ambos, sin comprometer nada, sin arriesgar nada. Y solo charlar.
Charlas sería conocerte y que me conocieras a mi un poco. Hablar de nuestros datos generales, edades, estaturas, nombres completos, ocupaciones, gustos, anécdotas divertidas aunque poco trascendentes.
Charlas de todo y de nada, para mientras tanto, echar a andar a marchas forzadas mi escaner químico biológico midiendo con más disposición que la primera vez el rito en que inhalas y exhalas el aire, y así captar a discreción el dulce aroma del perfume de tu piel, resultado de tu acción de respirar, y poder pues, dar cuenta de las posibilidades que tendría mi intacta calma de tomarse unas merecidas vacaciones, mientras el cúmulo de mis sentidos te va reconociendo. Y llegar a una satisfactoria conclusión, y que tu te dieras el tiempo de hacer lo mismo.
O, en el peor de los casos, al no experimentar ninguno de los dos reacción alguna, tomar con calma las cosas y darnos simplemente la oportunidad de conocer a otro ser humano de esos que pululan por nuestras mismas calles y que,probablemente así como nosotros, andan buscando el pretexto de simplemente conocer a alguien. Yo, para este caso en específico, no me pienso dar el lujo de hacerle caso al miedo que siempre acaba recomendando no hacer nada al respecto de lo que más deseamos.
No pienso hacerlo porque, a pesar de que no recuerdo nada de ti, nada de aquel efímero encuentro, nada que me diga a ciencia cierta que tu tienes algo para mí que otra gente no, siento desde aquella noche una inmensa corazonada. Creo que con esto no hago sombra a nadie, si bien, después de todo, yo solo quiero conocerte...